Irlanda

Nieva, hace frío , el camínate va dando pasos por la sendero que va la aldea, se frota las manos sus dedos están entumecidos, sus piernas se arrastran ya casi no puede con su pesado cuerpo, pero falta poco para llegar a su destino, casi arrastrando llega a la entrada de una casa, y pica con la aldaba la puerta, al cabo de unos segundos esta se abre, sale una mano fina, que guía a nuestro personaje al interior de la sala, en ella crepita el fuego y nuestro hombre se deja caer en una silla, la mano tiene un cuerpo, un bonito cuerpo y una gran sonrisa, está mirando al viajero con ojos de gata lista, el invitado se mueve nervioso en la silla, sabe lo que ha ido hacer a esa casa, mejor hacerlo deprisa, no le gustan ni los ojos ni la sonrisa de su anfitriona, ha entrado y ya quiere salir aunque el cansancio puede con él, no le importaría estar otra vez en el camino. Abre su equipaje y saca lo que ha venido a traer, es un corazón, el corazón de su amante que quiere volver hacer nacer. Se lo da a la joven mujer, ella sigue sonriendo, y de repente se echa encima de él, no le da tiempo a reaccionar en el suelo muerto cae.

La mujer con ojos de gata está cocinando, un olor dulce sale del puchero, hoy comerá corazones enamorados en su jugo, ríe, pensando lo fácil que es engañar a los amantes, y que buenos guisos se puede hacer con ellos.

Nadie sabe quien vive en la casa del principio de la aldea pero dicen los aldeanos que siempre hay luz de noche y que el olor que desprende es a muerte y a vida…que listos son los aldeanos