Mi infancia fue en tierras catalanas, mi juventud también, y sigo en ella, soy medio andaluza, siempre he pensado que soy una mezcla rara, aun que como yo hay muchos, la migración. Ya se sabe.
Pero en el caso de mis padres fue diferente mi padre marchó de Catalunya a Andalucía para escapar de una viuda que le perseguía con su amor, y el cómo poco le costaba hacer la maleta decidió ir a tierras andaluzas, eso sí primero pidió el traslado, ya se le habían acabado las ganas de ir de aventurero. Mi padre lo fue un rato largo.
Y fue con su trabajo a tierras del sur, lo que nadie le había dicho era que allí una chiquilla de pelo negro y piel blanca lo iba a enamorar, pero así fue.
Mi padre contaba entonces unos 34 años, más o menos, no tengo ganas de echar cuentas, se llevan 18 años eso si lo sé. Y mi madre 15, ella trabajaba tricotando en la pensión donde residía mi padre.
Me imagino la escena, ella en el comedor dándole que te pego a la máquina y mi padre mirándola por el rabillo del ojo detrás de su periódico, y con la pipa en la boca. Me la imagino, porque me la han contado, que conste.
Mi madre me cuenta que ni pajolera idea que mi padre se hubiera fijado en ella, de ser ella estaba más preocupada con jugar a la comba, cuando la dejaban descansar.
Pasaron 3 años mi padre mirándola y ella tricotando.
Un día la dueña de la pensión que tenía una hija casadera, rubita ella, estaba con mi padre, Don Joaquín, y con otro huésped, Don José, en el comedor, mi madre tricotaba en aquel momento apartada de ellos, pero los oía perfectamente.
Doña Asunción, la dueña, le pregunto a mi padre, ¿que Don Joaquín le gustan las mujeres rubias, verdad?, me lo ha dicho un pajarito.
Y antes que mi padre contestara, que dudo que lo hubiera hecho, conociéndolo como lo conocía, era hombre de parcas palabras, y menos de explicar sus cosas, ¡veis! a él no he salido en este aspecto.
Contesto Don José, se equivoca Doña Asunción, su pajarito esta equivocadísimo a Don Joaquín le gustan morenas y de piel blanca y silenciosas como la niña de la esquina.
A mi madre casi se le para el corazón, y mi padre se que casi mata a Don José, seguro que a solas le pegaría un buen rapapolvo, con lo discreto que era él. Esto nunca me lo ha explicado pero estoy segurísima.
Al día siguiente mi padre le pidió que fueran novios a mi madre, él se fue de la pensión por no dar que hablar, pues la contestación de mi madre fue que sí, y ella al pueblo a echar las amonestaciones, fueron once meses novios y se casaron, hasta hoy que llevan casados 48 años, mi padre ya no me puede contar la historia, mi madre tampoco la cuenta ya, el tiene alzhéimer, y ella sufre por él, y para colmo, se le han instalado en casa dos okupas, yo y mi querida adolescente.
Y yo porque os explico esto…no sé será que he visto a mi padre en el sillón mirando por el rabillo del ojo a mi madre mientras cosía.
Y creo que su enfermedad no ha impedido que sus ojos reflejaran todo el amor que sentía por ella.
Pero en el caso de mis padres fue diferente mi padre marchó de Catalunya a Andalucía para escapar de una viuda que le perseguía con su amor, y el cómo poco le costaba hacer la maleta decidió ir a tierras andaluzas, eso sí primero pidió el traslado, ya se le habían acabado las ganas de ir de aventurero. Mi padre lo fue un rato largo.
Y fue con su trabajo a tierras del sur, lo que nadie le había dicho era que allí una chiquilla de pelo negro y piel blanca lo iba a enamorar, pero así fue.
Mi padre contaba entonces unos 34 años, más o menos, no tengo ganas de echar cuentas, se llevan 18 años eso si lo sé. Y mi madre 15, ella trabajaba tricotando en la pensión donde residía mi padre.
Me imagino la escena, ella en el comedor dándole que te pego a la máquina y mi padre mirándola por el rabillo del ojo detrás de su periódico, y con la pipa en la boca. Me la imagino, porque me la han contado, que conste.
Mi madre me cuenta que ni pajolera idea que mi padre se hubiera fijado en ella, de ser ella estaba más preocupada con jugar a la comba, cuando la dejaban descansar.
Pasaron 3 años mi padre mirándola y ella tricotando.
Un día la dueña de la pensión que tenía una hija casadera, rubita ella, estaba con mi padre, Don Joaquín, y con otro huésped, Don José, en el comedor, mi madre tricotaba en aquel momento apartada de ellos, pero los oía perfectamente.
Doña Asunción, la dueña, le pregunto a mi padre, ¿que Don Joaquín le gustan las mujeres rubias, verdad?, me lo ha dicho un pajarito.
Y antes que mi padre contestara, que dudo que lo hubiera hecho, conociéndolo como lo conocía, era hombre de parcas palabras, y menos de explicar sus cosas, ¡veis! a él no he salido en este aspecto.
Contesto Don José, se equivoca Doña Asunción, su pajarito esta equivocadísimo a Don Joaquín le gustan morenas y de piel blanca y silenciosas como la niña de la esquina.
A mi madre casi se le para el corazón, y mi padre se que casi mata a Don José, seguro que a solas le pegaría un buen rapapolvo, con lo discreto que era él. Esto nunca me lo ha explicado pero estoy segurísima.
Al día siguiente mi padre le pidió que fueran novios a mi madre, él se fue de la pensión por no dar que hablar, pues la contestación de mi madre fue que sí, y ella al pueblo a echar las amonestaciones, fueron once meses novios y se casaron, hasta hoy que llevan casados 48 años, mi padre ya no me puede contar la historia, mi madre tampoco la cuenta ya, el tiene alzhéimer, y ella sufre por él, y para colmo, se le han instalado en casa dos okupas, yo y mi querida adolescente.
Y yo porque os explico esto…no sé será que he visto a mi padre en el sillón mirando por el rabillo del ojo a mi madre mientras cosía.
Y creo que su enfermedad no ha impedido que sus ojos reflejaran todo el amor que sentía por ella.