Yo y mis pequeñas cosas...

Iba yo toda pensativa, ya sabéis que de vez en cuando pienso. Mirando el suelo. (Un día me meto un coscorrón contra alguna farola, miento, en más de una ocasión ya me ha sucedido con algún palo de señalización).

Cuando me di cuenta que la nueva plaza que han hecho cerca de mi casa tiene el pavimento de losas grandes, mi pie cabía perfectamente entre las baldosas, me puse a jugar a no pisar las rayas.

Era de noche no pasaba gente y me divertí un rato con ello, hasta que llegue al pavimento normal, donde mis lindos pies ya no cabían.

Llegue al portal con una sonrisa, pensando que la cosa más simple a veces nos hace olvidar un rato nuestros problemas.

Al día siguiente fui a comprar el pan y entró un amigo y vecino en la panadería. Y con su profunda y grave voz dijo un poco más alto de lo normal a mi parecer:

¡Qué Ana, ayer divertida por la noche saltando! ¡Vaya brincos que dabas!

La gente me miró y yo como un tomate le digo:

A ver, yo anoche no salté en casa, además ¿si yo vivo en el entresuelo y tú en el ático, como quieres oír nada?

Y el muy majo, dice:

Si no fue en casa, fue en la calle, en la plaza donde te vi saltando de baldosa en baldosa y moviendo los brazos para no caerte.

En la panadería mientras mi queridísimo amigo habló, no se vendió pan, nadie tenía prisa como otras mañanas, solo se le oía a él y a el silencio y sonrisas de las caras con orejas que escuchaban atentamente, una más de mis pequeñas andanzas.

Todo el barrio se ha enterado que de vez en cuando me gusta ser niña y saltar baldosas sin pisar la raya.

Bien amigos, una más para mi colección, la verdad mi hija va a renegar de mi en el barrio, como siga así.

Ahora entiendo porque cuando me ve disimula…es broma.

Eso espero.